domingo, 3 de enero de 2010

Con la entrada del 2010

Un repaso por la historia reciente, nos demuestra que el capitalismo es, sobre todo, una forma de entender la vida, las relaciones humanas, y las relaciones con el medio en el que vivimos. Es el modelo que a partir de mediados del siglo XIX, va ganando espacio, y se impone, bien por intereses individuales, bien por engaño o incluso por la fuerza. Pero, en cualquier caso, no es ni el único ni mucho menos el mejor, han existido otras opciones de vida o modelos socio-económicos en la historia de la humanidad, y existirán más, prueba de ello son la variedad de alternativas que ya funcionan en la actualidad, esquivando los tentáculos del sistema, y de las cuales se tratará más alante.


La visión del mundo en el siglo XVII, establecía una sexualidad religiosa como origen de la acción productiva de la naturaleza que se basaba en la unión de la Tierra (madre) y el Cielo (padre). Con los fisiocratas el concepto religioso se desliga, dejando una unión físico-natural, donde es el ser humano quien controla la producción a través del trabajo físico, y no ya las potencias religiosas, y la naturaleza, por su parte, impone los límites de esta producción. Para los fisiocratas, el valor de uso de los productos era la verdadera fuente de riqueza, por encima del valor monetario que se lograba con su intercambio o mercantilización. Por ello, tratan de acrecentar el valor de uso en lugar del valor de cambio, de manera que establecían que "la única forma de asegurar un crecimiento sostenido de los valores monetarios era colaborar con las leyes de la Tierra par acrecentar el producto neto". (Bermejo, 2001).

La industrialización y el capitalismo


La postura humanocentrista, característica inseparable de las sociedades pos-fisiocratas, no podía menos que revelarse ante la situación de dependencia, que los límites de la naturaleza imponen al mercado. Lejos de conformar un equilibrio dentro de los ecosistemas y la biocenesis, en definitiva, dentro del planeta al que pertenece el género humano, lo trasforma en un recurso más, lo mercantiliza y lo postra al servicio de nuestra especie.

En el cómputo económico, no se contabiliza los parámetros medioambientales en lo que a degradación, y generación de pasivos ambientales se refiere, para construir una sociedad que, a través de la tecnología, domine la naturaleza, y proporcione todos los bienes mercantiles, necesarios para una vida "plena y feliz". El capitalismo se otorga así la potestad de definir cuales son las necesidades humanas, y cual es la base de la felicidad: "el capital". Y es que, necesita generar dependiencias, consumo y producción creciente, para lograr que el sistema no se derrumbe.

Sin embargo, esta producción sostenida no se traduce en una redistrigución homogénea, que asegure un abastecimiento de los servicios y recursos básicos para la subsistencia humana, si no que sólo atañe a una parte pequeña de la población, aquella que cuenta con capital, para entrar en el sistema y someterse a sus normas. Se pierde el modelo de gesitón de las sociedades precapitalistas, que se basaban en el "principio de distribución", es decir, las sociedades organizan la disribución de los bienes de forma que nadie se encuentre en una situación de miseria (Bermejo, 2001). Hoy en día, el 86% del consumo, se concentra en un limitado 20% de la población mundial (Taibo, 2009).

Otro componente asociado a la alta producción es la mano de obra que necesita, y el culto al trabajo que se inculca en las sociedades capitalistas . Antropólogas e historiadoras económicas, describen unas sociedades primitivas muy alejadas de la extrema escasez, y sociedades precapitaliasta, donde el tiempo de trabajo disminuía en la medida en que aumentaba la productividad. "Este proceso se dió en Europa hasta el siglo XVI, en el que más de la mitad de los días del año eran festivos. A partir de entonces comienza una regresión de las condidiones de trabajo y de los salarios, y aún hoy el tiempo de trabajo anual de los países desarrollados, es superior al anterior a la revolución industrial" (Bermejo, 2001).

El caracter inestable e insostenible del capitalismo, amenaza los intereses de los, actores que controlan los entresijos del poder: gobierno, partidos políticos, multinacionales, medios de comunicación, sistemas judiciales, etc... convirtiéndose en guardianes celosos de sus privilegios dentro del sistema.Es por ello que su lucha desesperada, alcanza niveles, si cabe más encarnizados: la vulneración de los derechos humanos se acentúa, hay una involución en el bienestar social y los valores medioambientales se han mercantilizado hasta el punto de considerar a los animales máquinas de fabricar alimento, a las plantas en máquinas de construir combustibles y de hacer negocio con la venta y compra de aire, entre otras muchas aberraciones.

Repercusiones

Las repercusiones de este modelo se desparraman a diferentes niveles, en lo social genera grandes diferencias y reduce la cohesión. Los DDHH se ven sometidos a los derechos que defienden los grandes poderes transnacionales. Los derechos laborales se diluyen en el culto al trabajo, convirtiendose en el fin último, "trabajar bajo cualquier condición", y las deudas adquiridas por el consumo, (incluso consumo que abastece necesidades básicas de vivienda, alimentación, etc...) son el yugo que asegura el acatamiento de las condiciones impuestas por las empresas a las trabajadoras, más cuando las luchas sindicales, se debilitan y se parcializan por interese partidistas. Los gobiernos se preocupan más por la seguridad jurídica que vela por las empresas que la que respalda los derechos sociales, ambientales, culturales, etc. La libertad de expresión se ve limitada, llegando a criminalizar, o ilegalizar acciones de movimientos sociales y medios de comunicación alternativos, contrarios a los ideales capitalistas. Además genera agresiones medioambientales, muchas irreversibles, acrecenta la Deuda ecológica y para abastecer su necesidad de crecimiento constante, explota los recursos naturales hasta su agotamiento.

Y para muestra, sólo hace falta observar el proceso de explotación, producción y consumo que sigue el que ha dado en considerarse alimento energético del sistema capitalista, el recurso fósil. Éste suponen cerca del 80% de la energía primaria consumida en el mundo. En concreto del petróleo se extrae, el 40% y cubre cerca del 95% del transporte mundial. Es además la materia prima empleada en la producción de pesticidas y abonos químicos para la agroindustria. Empleado en la fabricación de fármacos, y multitud de materiales de uso cotidiano. Es sin duda el recurso estrella de la actual etapa capitalista, y sin embargo, está próximo a su agotamiento. Teniendo en cuenta que el pico máximo, (es decir, el nivel a partir del cual la producción por unidad de tiempo no puede incrementarse aunque sí lo haga la demanda) se alcanza cuando la producción acumulada (la consumida) es la mitad de la total recuperable, hay autoras que consideran que nos encontramos en los comicios del "gran" acontecimiento. Y la pregunta, es ¿qué ocurrirá después del final del ciclo histórico de los comubstibles fóslies?. Paradójicaente, se experimenta una regresión ideológica por buena parte de la sociedad, hacia quellas tendencias religiosas del siglo XVII, con la diferencia de que la Fe recae en una nueva deidad materializada por la tecnología. (Ernest García. El final del petróleo barato).